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«¡Tarra ya!». Era lo que le decía su abuela Francisca a Marina cuando correteaba de un lado a otro de la casa sin parar. Han pasado los años, Marina ahora está más tranquila y, además, acaba de montar su primer negocio, un pequeño restaurante en Ibahernando, a través del que recupera recetas antiguas del recetario extremeño. Y en honor a su abuela lo ha llamado ‘Tarra ya’.

Aunque ella, Marina Martínez, ha vivido en Sevilla toda su vida y se considera andaluza, las raíces de su madre y de su abuela están en esta localidad cacereña de apenas 540 habitantes. Por eso hace seis meses decidió venirse a vivir y levantar este proyecto. «Me gusta mucho viajar y conocer el patrimonio gastronómico de los sitios», cuenta.Por eso estudió Antropología y se especializó mediante un máster en cultura gastronómica. Asimismo, se formó en Sumillería en Trujillo porque uno de los pilares de ‘Tarra ya’ es la promoción de vinos naturales y locales. «Me gusta traer vinos de pequeñas bodegas porque es más sostenible y porque necesitan más apoyo», narra. Por eso sirve y explica cómo son los vinos de la bodega García de la Peña, La Pelina, Antier Wines o Encina Blanca, entre otros. De fuera de la región solo apuesta por vinos naturales y ecológicos, procurando tener uno de cada comunidad, aunque su especialidad son los de Jerez.

Sin embargo, el pilar principal del proyecto es la recuperación de recetarios antiguos.«Me ha costado mucho encontrar los extremeños», confiesa. Pero al final los ha conseguido. Eso sí, están revisados y actualizados «porque quizás al paladar de hoy no le gustarían. Pero la idea es que no se pierdan esas recetas».

En la carta principal encontramos gazpacho y macarraca, zorongollo, conejo en albóndigas, rabo de vaca, manitas de cerdo, patatas gobernás con pimentón y torreznos… E incluso la famosa técula mécula de postre. Pero también dispone de otra carta más informal, con tablas de quesos e ibéricos, además de platos para picotear como nachos, patatas bravas…

El local cuenta con una bodega en su interior que Marina reformará próximamente, así como un patio. Actualmente caben unas 40 personas en el interior y dispone de terraza. Abre de jueves a domingos para los desayunos, almuerzos y cenas.

Aunque esta joven de 30 años siempre ha tenido apego a su pueblo, ahora está encantada y, además, una cosa tiene muy clara:«Espero que este proyecto vaya bien para poder quedarme aquí a vivir».