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«Sota, caballo y rey». Es como muchos expertos gastronómicos suelen definir la oferta de vinos en la mayoría de locales de restauración de la región.Está bien saber que hay vinos que funcionan, que son conocidos y consumidos entre el público extremeño, pero este también reclama a veces alguna novedad en su paladar. Con esta premisa, la de investigar, descubrir, probar o innovar abrió el pasado 1 de mayo Abbe Winebar.

Ya su apellido –winebar– indicar que es un local en el que lo que más hay son vinos. En total, unas cien referencias de varias denominaciones de origen, de productores tanto grandes como pequeños, y provenientes de varios países como Francia, Alemania, Hungría, Portugal… Además de España y, por supuesto, de Extremadura.

Pero, para conocer el significado de ‘Abbe’ hay que hablar con una de las propietarias, Jara Conde. O seguir leyendo este artículo, pues En Salsa ya se ha encargado de charlar con la joven emeritense que, por su carácter creativo, decidió estudiar pastelería en la Escuela Superior de Hostelería y Agroturismo de Extremadura. Un par de años después, a los veinte, decidió mudarse a Madrid para seguir avanzando en el mundo dulce, pero cuenta que los obradores se encontraban en las afueras y, mientras se ubicaba, se puso a trabajar en La Malvasía, un restaurante cercano al Retiro. «Allí había una gran pizarra de vinos y la verdad es que sentí algo de miedo al verla», confiesa. Pero su jefa –continúa contando– le enseñó a apreciar este sector. Por eso, en homenaje a ella, que tenía una empresa llamada El Refractómetro, Jara le ha puesto ‘Abbe’ a su winebar, ya que esta es la traducción al inglés. Una bonita manera de completar el círculo.

La Malvasía cerró durante la pandemia y la extremeña aprovechó para formarse en sumillería. «Ahí me acabé de enamorar de este mundillo». Pudo poner en práctica los conocimientos adquiridos en Saint-Germain, un winebar en pleno Chamartín. Pero las cosas se fueron colocando para que una conocida suya dejase libre un local en la avenida del Perú de Badajoz y ella, a sus 28 años, decidiera emprender. «Lo he hecho sin seguir ningún camino establecido, como me ha apetecido, un poco a lo gamberro», detalla.

El local, que tiene capacidad para 22 personas en su interior y una barra que acoge a ocho más, es luminoso, con tonos azules y algunos detalles lujosos, como la cristalería o el mobiliario, especialmente unas sillas de terciopelo que parecen abrazar al comensal. En la terraza pueden disfrutar aproximadamente 45 clientes más.

Lo novedoso del proyecto

Es posible que Abbe Winebar revolucione la oferta hostelera de Badajoz con su interesante oferta de vinos, ya que la novedad es que al menos el 50% de ellos se pueden consumir por copas. «Hay veces que quieres probar un vino y te sientes obligado a pedir la botella entera, lo que sube bastante el ticket medio. Aquí puedes probar varias etiquetas y comer si te apetece».

Es decir, Badajoz gana un local desenfadado, pero que no se olvida del protocolo y que tiene una sumiller de altura y una pizarra de vinos única que va cambiando semanalmente. Un paraíso para los amantes de los buenos caldos. Además, Abbe cuenta también con cervezas artesanales. De momento las hay extremeñas y vascas, pero próximamente llegarán las más famosas: las belgas. También ofrece cócteles los fines de semana.

En cuanto a la propuesta gastronómica, su chef, Pepe Miranzo, que estudió en la escuela de Arguiñano y ha trabajado principalmente en el País Vasco, ha elaborado una carta sencilla y diferente en la que lo mismo encontramos un entrecot, que unos ravioli de ternera con mantequilla y salvia o unas croquetas de tasajo de cabra verata. Y además (¡por fin!), se puede tomar en la ciudad una tapa de tortilla de patatas en la que es posible elegir el punto. No se olvidan de las tablas de quesos ni de los postres, elaborados por Jara. Tienen sitio fijo una tarta de chocolate templada y su tarta de queso semihorneada, que ya se ha consolidado como la estrella de la casa. Pero también hay sugerencias semanales.

Para el futuro cercano, Jara tiene pensadas varias propuestas curiosas, como catas de vino contra cerveza, en la que se le ponen al comensal varios platos maridados con vino y cerveza y este debe votar, además de ‘Harry Potter Cocktail’, una sesión de coctelería basada en el universo del joven mago, que nunca podrán catalogar como «sota, caballo y rey».