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El ‘glamping’ se ha convertido en una tendencia al alza. Se trata de una manera de alojarse que combina el placer con la experiencia auténtica de ir de acampada. Las mejores condiciones y la comodidad de un hotel bien acondicionado con las ventajas y la libertad que aporta el aire libre. Glamour y naturaleza nunca combinaron tan bien. Este concepto se ha asentado en el Valle del Jerte, uno de los lugares más mágicos de Extremadura, que le confiere un paraje único donde José Antonio García y Leticia Romero han emprendido el viaje hacia una vida esencial basada en lo importante, hacer lo que a uno le llena el alma.

Este lugar es un paraíso que se extiende a lo largo de 373 kilómetros cuadrados y que brilla especialmente durante la primavera, aunque también es ideal para ser visitado en cualquier época del año. Allí, en la localidad de Casas del Castañar, es donde este matrimonio decidió poner en marcha un alojamiento singular como pocos: el Jardín de las Delizias. Sí: con zeta.

Como la de tantos otros, su historia viene de atrás. Leticia, de 47 años, vivía en Madrid, pero siempre fue una apasionada del campo. Durante un verano conoció a José, de 46 años, precisamente en el Valle del Jerte. Y se enamoraron. Tras una relación a distancia que duró casi un año, Leticia pidió una excedencia en su trabajo y se fue a vivir con él a aquel mágico rincón de Extremadura. “Tenía la necesidad de tomar las riendas de mi vida”, cuenta la emprendedora. “En una gran ciudad te ves inmersa en una espiral que te lleva a cosas que no quieres. Necesitaba vivir de una manera más natural, cercana y humana”, relata. Con ese mismo espíritu, ambos decidieron dar un giro de 180 grados a su vida y poner en marcha el que es el primer ‘glamping’ de toda Extremadura.

 

 

Después de ver un documental en La 2, la inspiración llegó de las yurtas, un tipo de vivienda tradicional de los pueblos nómadas de Mongolia. “Este alojamiento nos enamoró porque no tiene impacto medioambiental”, explican. Y se pusieron manos a la obra. En 2018, y tras muchos esfuerzos, reuniones con los directivos de turismo de Extremadura, trámites, etc., lograron cambiar la ley de turismo y generar la figura de ‘alojamiento singular’, dado que la legislación no contemplaba la figura del ‘glamping’. Fue en aquel momento cuando nació el negocio.

“¿Qué mejor jardín que el del Valle del Jerte?”, se pregunta Leticia. “Es un cuadro que no deja indiferente a nadie, porque al ser muy detallista provoca muchas sensaciones”. Al igual que la famosa pintura de El Bosco, su establecimiento es un festival para los sentidos: todo el que pasa por allí queda prendado de la atmósfera del lugar. “En nuestro ‘glamping’ hemos visto llorar a personas, simplemente por el hecho de estar aquí, de soltar, de relajarse. Eso es para nosotros lo esencial”, apunta Leticia. Un relax al que contribuye el hecho de estar en las mejores manos. “Para nosotros lo esencial era vivir haciendo algo que nos gustara, disfrutar de nuestra vida y ver disfrutar a los demás. Cuidar a las personas”.