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Alojada en el parque Científico y Tecnológico de Badajoz, Skydronex empezó a funcionar en 2014 y seis años después ya había vendido al Ministerio de Defensa un sistema de realidad virtual destinado a la formación de sus pilotos en la Academia General del Aire de la base aérea de Talavera.

No fue su primer proyecto, ni siquiera el que les dio repercusión a nivel nacional, pero sí está muy relacionado con el trabajo que están realizando en la actualidad. «Estamos ampliando la funcionalidad del simulador de vuelo y que se asemeje lo máximo posible a la cabina de un avión», explica Nacho Cano, el fundador de la compañía. «Queremos agregar movimiento al asiento», añade este informático.

Entre las ventajas del simulador están que reduce el riesgo y el gasto de combustible. Los alumnos pueden ampliar sus horas de vuelo sin necesidad de despegar, con lo que no hay posibilidad de accidentes y hay un considerable ahorro en los costes de la formación. Además, se evitan las emisiones contaminantes que suponen poner un avión en el aire.

No es el único sistema de realidad virtual en el que están trabajando en Skydronex. También están tratando de implementarla en el temario formativo de los pilotos, de forma que puedan seguir la formación a distancia, sin la obligación de estar en la base de Talavera.

Inicios

La empresa nació como operadora de drones. Los inicios no fueron fáciles, Cano decidió emprender tras salir de la empresa en la que trabajaba. «Eran los coletazos de la crisis económica y me quedé sin empleo», rememora. «Pero bueno, gracias a ello estamos hoy aquí», dice este informático que reconoce que no tuvo dificultades para crear la empresa y se sintió apoyado por la administración.

Además, Skydronex comenzó a funcionar en un momento complicado. «Acababa de salir la primera legislación sobre los drones y nos complicó bastante el negocio, porque había muchas zonas en las que no se podía operar», recuerda.

Esa dificultad les llevó a desarrollar su primer proyecto de éxito: Icarus RPA. Un mapa de toda la península ibérica en el que se identifican con colores con las restricciones que hay al vuelo de drones. En Extremadura, por ejemplo, se identifican como zona prohibida el entorno de la central nuclear de Almaraz y como restringidas al vuelo fotográfico las áreas de las bases militares de Talavera y de Bótoa. «Alcanzamos los 20.000 usuarios, superando con mucho las expectativas, ya que se enfocó a los operadores de drones, que hay alrededor de 3.000 en España», especifica Cano, que estudió en la Escuela Politécnica de Cáceres, lo que le convierte en un ejemplo de lo que la Ley de Startups quiere fomentar: que el talento se quede en España.